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Mostrando entradas de julio, 2012

Lo que me traje de Xalapa.

Durante tres años intenté entrar al taller organizado por la Fundación para las Letras Mexicanas y la Universidad Veracruzana. En los primeros dos años quede fuera. Pero hice caso a la sabiduría popular y mande una tercera vez, al filo de mis veintidós. Y pues, sí, la tercera es la vencida. Paciencia es una de las virtudes que me ha dejado esta experiencia. Paciencia para escribir sin el apuro del reconocimiento efímero sino con las intenciones más básicas de hacer algo bien hecho y redondeado. A revisar ortográficamente, lógica y emocionalmente eso que yo llamaba mi trabajo literario. En todo este proceso, mis convicciones artísticas se transformaron y fui aprendiendo más. Cuernavaca es una ciudad pequeña que me ha acogido. Yo vengo de un municipio de Morelos en el que la creación artística no tiene cabida y Cuernavaca me recibió con los brazos abiertos. Sin embargo, es fácil perderse en ese nido tan estrecho en donde todos nos conocemos y a veces nos

Bookmark IV

¿Por qué jamás podemos asumir plenamente la responsabilidad por nuestros actos? Todavía hoy, cuando pienso en lo que ocurrió, me pliego sobre mí mismo y trato de encontrar justificación a mi conducta; pretendo que no soy el único culpable e intento convencerme de que Amelia, en cierta forma, es responsable también. No cabe duda de que puede serlo desde un punto de vista absolutamente objetivo; pero en nuestro caso yo era el que podía manejar a Amelia, que llegó a depender por completo de mí, y sus actos eran más que nada reflejo de mi conducta. A veces, quisiera volver hacia atrás y sacudirme de encima todo ese asunto, que con mucha frecuencia me lanza a la calle a tratar de buscar en las miradas de los demás el secreto de la convivencia; pero estamos circundados por el peso de nuestra propia soledad y las respuestas a nuestras preguntas sólo pueden encontrarse en nosotros mismos . [Amelia, Juan García Ponce en el libro La Noche de ediciones ERA, 1970]

Sin título

La sangre es amarilla Amarilla como el destello de tu garganta. La muerte te ha tocado no sé de ti,   ni del trabajo mecánico ni de los animales ni de esa carretera que me lleva a una ciudad que no es mía. La muerte llama a mi puerta constante entonces quizás en unos días yo te alcancé en ese limbo de colores pardos en que viven las aves de luto. Pero yo no soy un ave ni una mariposa ni una paloma negra ni una gota de lluvia ahora mismo no soy nada. Tengo hojas imaginarias en donde escribo sobre ti sobre tus movimientos tus cantos y tu aleteo. Quería añadir un capítulo: el de tu vacío. Y me preguntaba ¿por qué la vida de mi corazón abisal está habitada de vacíos? Primero fue una puerta luego una silla y ahora una escalera. Se hizo el sonido: y temblé La coincidencia electrificó mi corazón porque en el instante en que la pluma comenzaba a garabatear tu nombre el sol trajo un mensaje tuyo. Ya no eres más un vacío ahora, simplem

Zig-Zag

Sombra de luz amarilla verde azul. Danza  entre  hojas sabor a liquen.                                                  Entre  el musgo se mueve  con  singular  voz           canta  tímidamente           canta entre las penumbras             canta a la sombra de un roble se mira en el espejo y sólo ve la oscuridad amarillaverdeazul sonrisa tímida carcajada de niño sus ojos     dos espejuelos pardos pienso en ti como en un pajarillo multicolor enjaulado por barrotes de madera.