Durante tres años intenté entrar al taller organizado por la Fundación para las Letras Mexicanas y la Universidad Veracruzana. En los primeros dos años quede fuera. Pero hice caso a la sabiduría popular y mande una tercera vez, al filo de mis veintidós. Y pues, sí, la tercera es la vencida. Paciencia es una de las virtudes que me ha dejado esta experiencia. Paciencia para escribir sin el apuro del reconocimiento efímero sino con las intenciones más básicas de hacer algo bien hecho y redondeado. A revisar ortográficamente, lógica y emocionalmente eso que yo llamaba mi trabajo literario. En todo este proceso, mis convicciones artísticas se transformaron y fui aprendiendo más. Cuernavaca es una ciudad pequeña que me ha acogido. Yo vengo de un municipio de Morelos en el que la creación artística no tiene cabida y Cuernavaca me recibió con los brazos abiertos. Sin embargo, es fácil perderse en ese nido tan estrecho en donde todos nos conocemos y a veces nos