El día que me emborraché con tres tecates y el Re de Café Tacvba o la nota de agradecimiento que no escribí.
Me gusta mucho la música, siempre me ha traído cosas buenas. Trato de pensar en algún mal recuerdo que esté ligado a alguna canción y no encuentro nada. Probablemente lo haya, pero en general las canciones me recuerdan momentos gratos. A Mariana la conocí en Acapulco, en un encuentro de jóvenes escritores. Estuvimos tres días en el mismo hotel, comimos en el mismo restaurante, viajamos en la misma combi, y nos sentamos a escribir en la misma mesa. Pero en realidad, hablamos a lo mucho dos minutos y el último día del encuentro. Primero se me acercó para decirme que un amigo en común me mandaba saludos. Y fue curioso, porque sentí una extraña familiaridad con ella, no sé si fue por la amabilidad de su voz, por sus maravilloso rizos o porque después de sentir que no había conectado casi con nadie, tenía un lazo con alguien.