La primera vez que salí de Morelos fue inolvidable. Conocí el mar, me emborraché por primera vez y le dejé un ojo morado a una de las mejores personas de mi vida. En esos días, ni siquiera me imaginaba escribiendo o estudiando letras. Mis planes eran hacerme veterinaria o estudiar diseño gráfico. Sin embargo, estoy segura que ese primer viaje sentó las bases para todo lo que soy ahora. Tenía 17 años y el peor tatuaje de henna que se ha visto en la tierra. Desde entonces, los viajes son oportunidades para conocerme a mí misma, y si viajo acompañada, de redescubrir a ese otro que se lanza hacia lo desconocido conmigo. Xalapa fue la segunda ciudad que me cambió por completo, sobre todo en el área creativa. También fue el lugar en el que decidí que si en algo iba a volcar los intereses de mi vida, sería en la literatura. De manera muy dolorosa, también aprendí a estar cómoda conmigo misma, lo que llevó a un montón de procesos de reconocer manías y perdonarme asuntos que había dej