Me gusta recordar lo que sueño.
No siempre sucede, la mayoría de las veces sí, incluso hasta muy avanzado el día puedo recordarlo.
Antes tenía un diario de sueños, pero con lo poco disciplinada que soy, terminó arrumbado en casa de mi madre.
Lo que me gusta de los sueños lúcidos, son todas las emociones instantáneas que me provocan, y cómo se quedan pegadas a mi cuerpo toda la mañana.
Nunca he usado un sueño para algo literario, pero sin duda, lo veo como otra forma de escritura.
Los sueños que voy a enlistar aparecieron en los últimos años, la necesidad de rememorarlos pretende ser un remanso para mi angustia actual. Hace poco descubrí que he escrito más de 300 textos para mi trabajo y he avanzado muy poco en mis cosas.
Me siento desubicada.
Si sólo sigo escribiendo copys, voy a enloquecer.
- Un borracho confunde a una mujer con un caballo y se queda tres días mudo.
- Jarvis Cocker de 50 años es mi profesor de Lingüística y por supuesto, quiere conmigo, algo así como El libro, de Juan García Ponce.
- M. y yo venimos regresando de Inglaterra y estamos buscando casa. Tiene que ser la adecuada porque vamos a tener un hijo. Yo hago hincapié en eso. M. me dice que E. nos va a regalar la suya, en Acatlipa.
- Matt Smith es mi roomie, vivimos en una casa que está ubicada en una privada de la Avenida Palmira. Es de tres pisos, paredes blancas y un jardín en el que de niña me gustaba echarme a dormir. También hay una alberca a la que siempre le tuve miedo.
- Estoy en casa de Socorrito, pero todos me tratan de una manera extraña, buscando repelerme a toda costa. Salgo al patio y el perro se abalanza sobre mí, me rasga la nariz con sus colmillos.
- M. me habla por teléfono, pero no alcanzo a contestar.
- César y yo tenemos un nuevo departamento, hay dos cuartos. Pero también hay una fuente extraña, es como una fuente-pared-escalonada donde el agua cae como un río. Hay muchos peces de colores nadando en ella.
- Un personaje desconocido y yo vamos caminando por la calle. Es de noche, y todo esta muy oscuro, desordenado, con bolsas de basura en las banquetas. La calle es Matamoros, en el centro de Cuernavaca o Clavijero. Le digo a mi acompañante que se siente una humedad muy densa en todo el ambiente. Responde: "Sí ,tan húmeda como estabas tú ayer conmigo".
- Estamos grabando un programa de radio en una casa. Hay mucha gente. Estoy segura que D. anda por ahí, y me escondo para evitar saludarlo. M. también está ahí. Sé que está algo molesto conmigo. Salgo de mi escondite para hablar con él. Aunque me muevo por todas partes de la sala, nunca logro verlo a la cara, siempre, su espalda.
- Voy caminando por un mercado, en la zona en donde siempre hay garnachas. No es uno que yo haya visitado antes. De pronto, tengo mucha prisa. Caro anda por ahí. Voy avanzando desesperadamente, buscando la salida. Veo a R, está comiendo una quezadilla. Cuando me ve, me saluda efusivamente. Como tengo prisa le respondo con la mano. Y él grita: ¡Te quiero mucho! Confundida, le respondo que yo también, aunque no es cierto. Subo unas escaleritas de metal y veo a una turba doblando la esquina. Vienen por mí, comienzo a correr, grito...y entonces.... despierto.
Comentarios
Publicar un comentario
A tender